a volar

a volar

miércoles, 6 de enero de 2016

Condena al conocimiento científico. Educación vs Movimientos pseudocientíficos

Con la caída del nazismo tras la Segunda Guerra Mundial, la nacionalización e independencia de estados recientes, junto con el avance de las ideas comunistas de la Unión Soviética, cabría esperar que el raciocinio científico alcanzase la ocasión de instaurarse con éxito en la cultura occidental. Sin embargo fue una ilusión poco duradera. Las ideas por el interés de la naturaleza y la recuperación del método científico no contaron con el apoyo de gobiernos totalitarios como el Español, o bien se utilizarían de forma ventajista en inversión militar.

Por otro lado, surgieron nuevos movimientos sociales que ensalzaban ideales y deducciones de credenciales, a menudo asociados de forma equívoca con la izquierda política como el anticolonialismo, anticapitalismo,  feminismo, protección de los derechos culturales de las minorías, protección del medio ambiente, etc. 



Como consecuencia de estas fugaces tendencias, los críticos postmodernos en el siglo XIX empiezan a culpar a la propia ciencia (fundamentalmente a sus aspiraciones de totalidad, ausencia de valores predecesores y “reduccionismo”) del colonialismo, el patriarcado, y la racionalidad instrumental del capitalismo. Este movimiento psicosocial “censura” al conocimiento científico por trabajar para las grandes potencias occidentales buscando el mayor rendimiento en el mercado, y soslayando así las “ciencias” tradicionales de las poblaciones no occidentales y de otros grupos sociales oprimidos históricamente. Esta generalización inoportuna de la ciencia acarrea nefastos resultados como la trivialización de los trabajos científicos y la manifestación de numerosos movimientos que atacan a la ciencia en una nueva “caza de brujas” carente de argumentos.






Si bien una gran parte de la población aprueba todo aquello abalado por el sello científico, otra sección considerable ha establecido en la sociedad una actitud antagónica de carácter “contagioso”, revelándose como escépticos y enemigo la ciencia. Esta actitud está basada en torno a dos embustes: en primer lugar juzgar que la ciencia ha provocado más perjuicios que beneficios a la humanidad, y  segundo la idea de que la tecnología y el avance nos puede alejar de nuestra naturaleza y relación con lo espiritual. Este pensamiento hostil ha dado lugar a una “moda” por las explicaciones místicas y pseudocientíficas que reúne todas las condiciones de mito, y que a su vez están siendo aprovechadas en el mercado por un alto número de oportunistas y charlatanes.



En el ámbito de la sanación han surgido multitud de argucias como la orinoterapia, las flores de Bach, la gemoterapia, la iridoscopia, la homeopatía, etc.  Por otro lado los simpatizantes de estas singulares arremeten de forma fervorosa sin emplear una reflexión crítica, por lo que habitualmente el intento de desmontar objetivamente sus axiomas dogmáticos, despierta irritamiento y acusan a la ciencia de ser intransigente e incomprensiva y la tratan como enemiga.



Bibliografía

López, C. (2016, 01). Anticiencia (III): La ruta postmodernista. Cuaderno de Cultura Científica. Obtenido 01, 2016, de http://culturacientifica.com/2016/01/05/anticiencia-iii-la-ruta-postmodernista/?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+CuadernoDeCulturaCientfica+%28Cuaderno+de+Cultura+Cient%C3%ADfica%29

López, C. (2015, 12). Anticiencia (I): La unidad perdida. Cuaderno de Cultura Científica. Obtenido 12, 2015, de http://culturacientifica.com/2015/12/22/anticiencia-i-la-unidad-perdida/




No hay comentarios: